Esa extraña sensación...

Nunca han sentido esa sensación de vacío, incomprensible y persistente, que te aleja de las emociones, creando una carencia de satisfacción. A veces sucede, y hagas lo que hagas, pareciese que nada tiene una real importancia o sentido de trascendencia. ¿Razones? Mmmmm... Tal vez un psicoanálisis podría ahondar en las inconmensurables profundidades de la memoria y el pensamiento... Pero eso podría tardar años. ¿Alguna vía rápida? Por el momento no se me ocurre ninguna. Sin embargo, hay ciertas actividades que hacen retomar por instantes el rumbo que parece perdido. Cada cual tiene sus propias vías de escape, las cuales generalmente son de orden artístico. En mi caso es la música. Lamentablemente, en ocaciones ni eso parece bastar, pues la brújula incorpórea de los sentimientos gira incesantemente sobre el eje de la vida mientras una amalgama de recuerdos heterogéneos bombardean los sentidos, plasmándose en realidades yuxtapuestas que en la mente se tornan en un sinfin cíclico y taciturno.

¿Que hacer?. Dejar que la imaginación impulse la creatividad intrínsica del individuo arraigada en el seno de lo intangible e inmaterial del alma, dando rienda suelta al estocástico proceso de la sucesión de variables imaginarias que en un tiempo, ya sea discreto o contínuo, pueden convertirse en alguna suerte de manifestación cognitiva que de como fruto, en mi caso, a una canción... o a una suceción de canciones... o a un disco entero tal vez...

No sería la primera vez que pasa. Mal que mal, muchas obras -y en múltiples y variados ámbitos- han sido concebidas de similar forma plasmando, aunque sea de forma parcial, esas extrañas sensaciones que atiborran a su creador.


Es tiempo de componer...